miércoles, 2 de diciembre de 2015

Y si votáramos como un empleador? por Javier Mendez Lirón

Muchos de nosotros nos hemos visto, en algún momento, en la necesidad de buscar trabajo y con suerte hemos podido acceder a las entrevistas previas a la contratación. Pero antes de ocupar el puesto que nos ofrecen, tenemos que superar una serie de cribas establecidas por los empleadores. En política ocurre igual.

Cada cuatro años, más o menos, la empresa España ofrece puestos de trabajo, presentándose varios candidatos aunque, en este caso, somos nosotros, los votantes, los encargados de hacer esa selección. Sin embargo, y al revés de lo que ocurre con las empresas, no podemos realizar preguntas al candidato teniendo que conformarnos con debates o entrevistas televisivas, en la mayoría de los casos pactadas por los propios aspirantes.

No obstante, si tuviéramos que hacer la selección siguiendo las pautas que marcan los empleadores ¿cómo actuaríamos?

1.- Deberíamos descartar a los mayores de 40 años, si son varones, o mayores de 30 si son mujeres.

2.- Deberíamos eliminar de la lista a los candidatos que no reúnan una titulación acorde con el puesto.

3.- No podríamos aceptar a los que no sean capaces de comunicarse de forma fluida en uno o dos idiomas además del español.

4.- Deberíamos desechar de forma automática a los que falsean el currículo o mienten.

5.- Tendríamos que exigir, como mínimo, cinco años de experiencia en un puesto similar.

Algunos recurren a "expertos" externos para demostrarnos a los empleadores la bondad de las prácticas de los candidatos. En este punto debemos tener en cuenta que, en primer lugar, la posesión de un título o cargo no convierte a alguien necesariamente en experto y en segundo lugar, recordar el dicho "lo bien hecho bien parece" por lo que la utilización de estos expertos sería como presentarse a una entrevista de trabajo con nuestra mamá para que reafirme lo acertado de elegir nuestra candidatura ya que hay que trabajar para la empresa sin deudas pendientes. 

Sería, también conveniente, para beneficio de la empresa, utilizar becarios y así reducir los costes sin tener obligaciones posteriores. No obstante, como parece que la empresa España no lo permite, deviene necesario contratar, de entre los candidatos supervivientes, a aquellos que no vengan con la mochila cargada.

Por último, si a pesar de todos nuestros esfuerzos para hacer la contratación no encontráramos un candidato adecuado, no sería bueno dar el puesto a cualquiera, sería más razonable declarar desierta la convocatoria y convocar nuevas pruebas de selección.

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